GUIONES
ESCRITOS PÓSTUMOS
JORGE LUIS ACHA
(Alción - Córdoba)
Todo hombre necesita un guía. Hasta Dante Alighieri demandó de Virgilio para transitar el infierno de La Divina Comedia. Los ojos de un otro que nos ilumine y con quien podamos polemizar. Para Gustavo Bernstein lo fue Jorge Luis Acha (1946-1996), pintor, escritor, educador y cineasta argentino. Bernstein es el discípulo que se ocupó de rescatar su obra y de someterla a un estudio cuyo eje es el dilema de la identidad. No fue en busca de los consagrados, de los que tienen prensa mediática asegurada, sino del artista que transitó en los márgenes, que formó parte de los excluidos, de los que lucharon por la liberación en los años 70. Publicado por la Editorial Alción, acaba de salir el primer tomo de Escritos Póstumos que incluye tres guiones cinematográficos -Homo Humus, Blancos y San Michelín- algo inusual en el campo editorial.
El eje narrativo de Homo Humus se basa en la expedición que a finales del siglo XVIII emprendieron el geógrafo y naturalista prusiano Alexander von Humboldt y su colega, el galo Aimé Bonpland, junto a tres indios yaruros. Esta cruzada quedaría registrada en su libro Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. Ellos clasificaron y catalogaron el "nuevo mundo" y al hacerlo clausuraron el universo del otro, el indígena, ubicado en las antípodas de su pensamiento positivista. Más preocupados por las rocas, las plantas y los animales, desestimaron la concepción animista de la naturaleza de nuestros aborígenes. Se trata de un viaje donde el lector saca sus conclusiones, alejado de principios moralizantes o de previsibles consignas ideológicas. Blanco cuenta lo que deja la campaña militar contra el indio emprendida por el general Roca; y el terror atávico ocasionado en el aborigen por esa espectral invención bélica que fueron Los blancos de Villegas, aquel regimiento de níveos equinos conocido como "el malón blanco".
El sincretismo cultural es la resultante de San Michelín, "El santo de la gomería", un inmigrante boliviano originario de Tiahuanacu, de vida promiscua y violenta, que en sus raptos místicos se cuelga a una cruz y prodiga milagros ante fieles y devotos.
El género guión se transfigura en la pluma de Acha, haciendo que éste se pierda en la poesía de su prosa: una marca de estilo.
© LA GACETA
MARCOS ROSENZVAIG